La alegría
se adueñó de las familias tuneras en este fin y principio de años. Parecía que
las limitaciones económicas del país quedaban en el recuerdo y se lanzaba al
vuelo el deseo de disfrutar para estar en buenas condiciones anímicas para
enfrentar los retos del 2020.
Con mucha
comida criolla, variedad de bebidas y música grabada amenizaron la larga
jornada del martes, que inició temprano en la mañana y se extendió hasta la
madrugada del miércoles en un ambiente familiar.
Una
verdadera fiesta de pueblo, enfocada desde las tradiciones familiares, aglutinó
a miembros de cada núcleo hogareño, amigos, vecinos y visitantes. En las
algarabías solo medió el acopio de recursos de cada lugar, pues desde días
anteriores ofrecieron diversas maneras para la preparación.
Otros
acudieron a restaurantes y centros nocturnos o se acogieron a la búsqueda de
cenas para llevar a casa y formar el acostumbrado fetecún.
Cuando
tocaron las 12 de la noche, aparecieron abrazos, besos y felicitaciones por el
nuevo año. Muchos lo transmitieron por teléfono. Otros acudieron a recorrer
cuadras con maletas vacías como deseo de lograr esperadas salidas al exterior;
otros tiraron agua a la calle para desear que se fuera lo malo o quemaron
muñecones de trapo en patriótica señal de seguir destruyendo las malignas pretensiones
imperiales de destruirnos.
A partir de
la mañana de miércoles se fueron reponiendo los ánimos y en muchos hogares
reapareció el consumo de lo que había quedado. En otros escenarios reactivaron
la búsqueda de recursos para continuar; no faltaron los que emprendieron viajes
de regreso a casa o a visitar familiares y amigos.
Junto a eso,
cambiaron de rumbo los que les correspondía organizar actividades para niños,
los bailes de casino en plazas y garantizar o prestaciones de servicios para
los fiesteros.
Al margen
del jolgorio estuvieron los que tuvieron que trabajar, enfermos o complicados
con otras situaciones familiares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario