Hace años que múltiples familias en Las Tunas, en el oriente de Cuba, tienen como práctica el incremento de la planificación de sus finanzas para aprovechar las opciones veraniegas de las vacaciones masivas de estudiantes y trabajadores a mediados de año y las festividades por el Primero de Enero.
Quienes poseen dicha costumbre están en condiciones más favorables para asumir las imprescindibles planificaciones en las actuales transformaciones económicas del país.
Al ritmo de los apuros iniciados en enero pueden escucharse diversas fórmulas puestas en acción en los núcleos familiares con la intención de alargar las entradas y que no queden vacíos los bolsillos a finales de mes.
Muchos se regodean con sus piruetas. Entre ellas las relacionadas con la unión de determinadas cuantías por miembro o la decisión de dividirse los gastos por grupos de las actividades más apremiantes. Todo a punta de lápiz o lapicero va reflejando el rumbo a seguir con el interés de no tener sorpresas en la adquisición de los recursos más urgentes. A eso se suma la estrecha coordinación para usar la corriente eléctrica, los equipos de cocción y electrodomésticos a fin de evitar excesos en el consumo energético.
Varios ciudadanos acogidos a tales procedimientos cuentan las mejorías en el balance monetario y los aportes per cápitas con la intención de que todo fluya con mayor cooperación.
Cada vez más las opiniones descubren la ingeniosidad de los cubanos ante los grandes retos. No obstante, subrayan los malabares, sin distingo en las diferencias en la suma de dinero llegada a cada morada, pues en todas deben destacarse en el manejo de los gastos.
Con satisfacción se escucha la positiva reacción en el paulatino aumento de la búsqueda de empleo de los desocupados, que durante años han vivido recostados a los demás o de inventos a veces al margen de la Ley, sin sustanciales compromisos con sus núcleos familiares. Tan necesario apretón económico podrá ayudar al requerido aumento de las fuerzas imprescindibles para el progresivo crecimiento de las riquezas requeridas por el desarrollo.
Enero va dejando las huellas del primer choque de los distintos actores sociales con la Tarea Ordenamiento, que busca vías para mejorar de manera global y particular, sin renunciar a los principios fundacionales de la Revolución. En los apuros del ir y venir de los días, la familia refuerza su papel como célula fundamental de la sociedad y se va comprendiendo mejor que el Estado no puede hacerse cargo de todas las problemáticas de la sociedad, pues su principal misión está en trazar las pautas esenciales para los destinos de la nación con la contribución de todos y para el bien de todos.
Ni en tan complejas realidades se abandona la concepción de la Revolución de que nadie quedará desamparado, bajo el principio de igualdad de posibilidades y de justicia social para la ciudadanía, aunque en ocasiones algunos no lo comprendan cabalmente o traten de desvirtuarla.
Suficientes advertencias de la dirección del país no bastaron en la preparación de la población para asumir las inéditas transformaciones económicas, lo cual influyó en que muchos se mantuvieran en el vaivén de espera por la instrumentación de lo anunciado para adaptarse a los cambios. Generalmente la sorpresa rondó y unos cuantos tuvieron que agilizar sus pasos para ponerse a tono con la situación
Aquellos, que mental y operativamente asimilaron el alcance del proceso sacaron ventajas en la aplicación de sus estrategias para someterse a lo nuevo, con tremenda incidencia en el funcionamiento hogareño.
Sin distingo en el adiestramiento para el adecuado desenvolvimiento familiar, todos los segmentos del pueblo están sometidos a los retos planteados para salir adelante en la construcción del socialismo próspero y sostenible que la mayoría desea, a pesar del necesario combate para ganarle la pelea a la Covid-19 y al recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba.
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