Una amiga entrañable
desbordaba su fino humor criollo cuando hablaba con pasión sobre la atracción
familiar por los baños en piscinas.
Con gracia
natural avivaba nuestro inesperado encuentro, que lo inscribo con letras
doradas por transcurrir con sinceridad, franqueza y frescura, después de años
sin vernos.
Una especie
de desahogo espiritual planteaba la muchacha con el verano como hilo conductor.
Con elegancia y coherencia mezclaba recuerdos de facetas hermosas como los
tiempos de beca, escuela al campo, largas jornadas de estudio para salir bien
en los exámenes y otros tópicos ineludibles en las ocurrencias familiares en
las últimas décadas.
Al volver a
concentrarse en los gustos veraniegos, en los alrededores lo confirmaban su
pareja y los dos hijos adolecentes, que aportaban al ameno diálogo con frases
cortas, sonrisas, ademanes o admiraciones.
Las
emociones asciendian cuando argumentaba sobre la predilección por las albercas,
y ponía contra la pared a los contactos personales con la mar.
Como si lo hubiera
premeditado, con agilidad afloraban las preferencias por las cortas distancias y las facilidades para
trasladarse a los sitios selectos por la sencilla familia.
En la
retahíla de elementos considerados negativos sobre los viajes a la playa
relacionó la fobia sobre la madrugadera para encaminarse a la terminal, los
tumultos para transportarse, los trasiegos generalmente incómodos y la
vigilancia al reloj para estar en frecuencia con los horarios establecidos para
ir y regresar.
En la improvisada
comparación exponía la disminución de los sustos por las travesuras de los
suyos en el agua de las piscinas por el funcionamiento de salvavidas y la menor
insolación en los cuerpos.
Pareciera
que sus criterios se compartieran por los miles de tuneros, que diariamente
colman las más de 20 piscinas existentes en la provincia.
Por las
zonas cercanas a los embalses recreativos puede disfrutarse del gracejo popular
de las multitudes, que alegremente van y vienen contagiando el ambiente con
peculiares algarabías.
Mayores,
adolescentes y niños, conforman grupos compactos e independientes, que aprovechan
el disfrute a plenitud y a módicos costos, que se complementa con ofertas
gastronómicas, bailes, juegos de participación y otras motivaciones.
Ahí relucen las
piscinas como faros. Pareciera que sin cansancio soportan al gentío, que dentro
o en los contornos aprovecha a sus anchas las opciones, que se combinan acertadamente en la temporada estival, al
compás del desplazamiento de los sofocantes días por el intenso calor.
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