lunes, 6 de agosto de 2012

Un encanto para multitudes


Una amiga entrañable desbordaba su fino humor criollo cuando hablaba con pasión sobre la atracción familiar por los baños en piscinas.
Con gracia natural avivaba nuestro inesperado encuentro, que lo inscribo con letras doradas por transcurrir con sinceridad, franqueza y frescura, después de años sin vernos.

Una especie de desahogo espiritual planteaba la muchacha con el verano como hilo conductor. Con elegancia y coherencia mezclaba recuerdos de facetas hermosas como los tiempos de beca, escuela al campo, largas jornadas de estudio para salir bien en los exámenes y otros tópicos ineludibles en las ocurrencias familiares en las últimas décadas. 
Al volver a concentrarse en los gustos veraniegos, en los alrededores lo confirmaban su pareja y los dos hijos adolecentes, que aportaban al ameno diálogo con frases cortas, sonrisas, ademanes o admiraciones.
Las emociones asciendian cuando argumentaba sobre la predilección por las albercas, y ponía contra la pared a los contactos personales con la mar.
Como si lo hubiera premeditado, con agilidad afloraban las preferencias por  las cortas distancias y las facilidades para trasladarse a los sitios selectos por la sencilla familia.
En la retahíla de elementos considerados negativos sobre los viajes a la playa relacionó la fobia sobre la madrugadera para encaminarse a la terminal, los tumultos para transportarse, los trasiegos generalmente incómodos y la vigilancia al reloj para estar en frecuencia con los horarios establecidos para ir y regresar.
En la improvisada comparación exponía la disminución de los sustos por las travesuras de los suyos en el agua de las piscinas por el funcionamiento de salvavidas y la menor insolación en los cuerpos.
Pareciera que sus criterios se compartieran por los miles de tuneros, que diariamente colman las más de 20 piscinas existentes en la provincia.
Por las zonas cercanas a los embalses recreativos puede disfrutarse del gracejo popular de las multitudes, que alegremente van y vienen contagiando el ambiente con peculiares algarabías.
Mayores, adolescentes y niños, conforman grupos compactos e independientes, que aprovechan el disfrute a plenitud y a módicos costos, que se complementa con ofertas gastronómicas, bailes, juegos de participación y otras motivaciones.
Ahí relucen las piscinas como faros. Pareciera que sin cansancio soportan al gentío, que dentro o en los contornos aprovecha a sus anchas las opciones, que se combinan  acertadamente en la temporada estival, al compás del desplazamiento de los sofocantes días por el intenso calor.


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