El
Día de los Padres es un domingo grande para mí, por los homenajes recibidos por
la fecha, pero a la vez se mezcla con la tristeza, porque hace cuatro años de
la desaparición física de mi progenitor.
El
regocijo y las gratas impresiones se suceden por los saludos de familiares,
compañeros de trabajo y amigos, que se apresurar para transmitir las
felicitaciones,
Sin
embargo, a media mañana dominical regresé del camposanto Vicente García
González, donde reposan los restos de mi padre.
Como
yo, cientos de hijos fuimos hasta allí al encuentro con los recuerdos frente a
las tumbas, que guardan celosamente a nuestros seres queridos. Fue un día tan
señalado para los cubanos, que no olvidamos..
Allí,
mi ramo de flores fue parte del homenaje a un hombre, que siempre está presente
en mis quehaceres.
Hablo
de una jornada, que se inscribe entre las tradiciones hermosas, que los cubanos celebramos desde 1936 y que tiene su
origen en Estados Unidos.
Mientras
unos festejan de diversas maneras, otros se desviven en los homenajes.
Hay
quienes le echan manos a las musas para que la poesía se deslice sobre el manto
de las celebraciones.
En
sí, se empina la grandeza de quienes consideramos nuestros héroes íntimos,
aunque no tengan hazañas patriotas.-
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