sábado, 9 de enero de 2016

De vuelta a andares por Santiago de Cuba

Los días 5 y 6 de enero del 2016 pude realizar el sueño de volver a las calles de Santiago de Cuba, después de varios años sin pisar esta tierra hermosa y hospitalaria del oriente de Cuba.

Pude reafirmar en parte el claro mensaje de la canción popularizado por Juan Guillermo (JG) y su agrupación, Santiago que lindo se ve, transformados al calor del aniversario 500 de la fundación de la Villa, el 62 del asalto al cuartel Moncada, protagonizado por Fidel y la Generación del Centenario, y las restauraciones de las destrucciones del huracán Sandy 
 Muchos lugares remozados, transformados el objeto social y nuevos removieron mis nostalgias sobre el pueblo querido, a partir de que me acogió como un hijo durante la carrera de periodismo, que me hizo profesional al calor del trayecto estudiantil por la beca en Quintero, la Facultad de Humidades, en Garzón, cerca de la Clínica materna Dolores y el edificio de la dirección provincial del Partido y el paso por las redacciones del periódico Sierra Maestra, Tele Turquino y Radio Mambí.
Claro, ningún escenario me cogió por sorpresa porque tenía referencias a través de los medios de comunicaciones tradicionales y digitales.
Comprobarlo presencialmente fue una maravillosa oportunidad, que compartí con compañeros de viajes y amigos Santiagueros como la estimadísima periodista jubilada de Tele Turquino Noris Rosado Figueredo, Aida, la directora provincial de la Agencia Cubana de Noticia , y Macías, el director del Sistema de Radio en la Tierra Caliente.
Cuántos recuerdos volvieron a la mente cuando estuve en muchos escenarios y otros que vi desde el vehículo como el Parque Céspedes, una cuadra de adoquines de Enramada, el área del Malecón, donde tantas colas hice para las guaguas que llevarían a las cálidas aguas de las playas del sur de la ciudad, o la moderna inversión europea para fabricar cerveza y malta (las otras dos que funcionan en Cuba están en Ciudad de La Habana).
Que decir de la abismal diferencia del complejo de terminales nacionales de ómnibus y trenes, la nueva avenida que va desde la Plaza de la Revolución al insigne cementerio Santa Ifigenia, donde reposan los restos de insignes patriotas cubanos como José Martí, Carlos Manuel de Céspedes y Frank País.
Las renovadas imágenes de las céntricas vías: Aguilera, Garzón, Las Américas, avenida de los Libertadores, el simbólico de edifico del cuartel Moncada, el parque Abel Santamaría.
Las novedades me captaron en varias tiendas emblemáticas, el compelo gastronómico de Ferreiro, la vetusta Catedral, el emblemático hotel Casa Granda, la Casa de la Trova, el imponente Teatro Heredia, el Museo Bacardí y el simbólico balcón de la Asamblea Municipal, desde donde Fidel habló al pueblo de Cuba, el primero de enero de 1959.
El breve periplo por el Santiago querido incluyó la visita a un remozado centro nocturno  en la Carretera de El Caney, frente al hospital clínico quirúrgico, que me permitió remover el pasado con la música de la Década Prodigiosa a través del amplio repertorio del combo Los Kinin, que en mi tiempo de estudiante animó en diversos espacios recreativos donde estuve.
Muchos se asombraban con mis remembranzas sobre lugares, hechos y distingos santiagueros.  Particularmente, las guías turísticas del terruños y colegas de viaje como Aliuska Barrios e Iliana Toirác, directoras del Sistema de la Radio en Las Tunas, y Tunas Visión, respectivamente, y Adalys Ray, presidenta de la UPEC en el Balcón del Oriente.
Entre tantos recuerdos y asombros por lo bello y la tranquilidad ciudadana atisbada en todos los espacios, dije adiós a la segunda ciudad de mi preferencia. Como siempre que voy, no me despedí para siempre, sino que le dije hasta pronto, tierra amada.


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