Aunque no
fue un gran plan reconstructivo del hogar, las vacaciones de la primera
quincena de agosto me permitieron restaurar algunas cuestiones pendientes en
la restauración de algunas partes de la vivienda.
La rehabilitación
de unos cuantos metros de cables eléctricos favoreció las condiciones técnicas
de las para líneas dañadas por el alto voltaje ocasionado por la utilización a
la vez de varios equipos electrodomésticos, como resultado de incumplimientos
de las orientaciones generales de la Empresa Eléctrica.
El cemento y
la arena hicieron acto de presencia en algunos deterioros en el techo, labor
tremendamente engorrosa, según el albañil ejecutante.
En ambas
labores serví de ayudante, pues en las dos tareas tenga limitadas habilidades,
por no ser de mi preferencia.
Sin tener un
desempeño decisivo en el trabajo, siempre estuve al tanto de los hechos, con la
finalidad de influir en la calidad, aunque el electricista-albañil tiene buen
entrenamiento y es responsable en las labores.
Pese al
trabajo realizado, tuve tiempo para alargar las horas de sueño o descanso,
intercambiar con familiares y amigos y dar unos recorridos por la ciudad de Las Tunas para
disfrutar de las transformaciones que se emprenden en diversos espacios
urbanísticos.
También
disfrute de la programación radial y televisiva de verano y de los múltiples
encuentros de mi hijo Reynier con amigos y compañeros, que juntos festejan la
condición de médicos logradas en julio.
Cada emoción
de Rey la sentía como parte de mi apoyo y exigencia para que estudiara y
saliera bien en cada examen, especialmente en la Prueba Estatal, que a la
familia más cercana nos mantuvo en vilo hasta el día en que dieron los
resultados.
Entre col y
col, Rey prepara las condiciones para iniciarse como médico en septiembre,
junto al proceso de postgrado para avanzar en la calificación profesional. Todo
eso, me entusiasma porque le posibilitará no perder tiempo en la superación
laboral y científica.
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