Cuando en la
mañana de este miércoles firmé el libro de condolencia en la Casa de la Prensa de Las Tunas por el fallecimiento de Antonio Mortó Martorell, presidente de la
Unión de Periodistas de Cuba, asistía como todos a rendirles honores a un colega
entrañable y de talla mayor como revolucionario.
Parecía como
si en silencio cada uno dialogaríamos con Moltó a quien siempre recordaremos
como el padre, el amigo, el compañero y el azuzador de la investigación
periodística para desempeñar una labor cada vez más comprometida con las nobles
causas de la Revolución.
Allí, de diferentes
maneras, congratulábamos su consagración y sus intercambios para que el
territorio brillara nacionalmente en las labores del gremio, cuestión que
honramos en diversas ocasiones.
Cada vez que
ganamos un reconocimiento o logramos una sede nacional por la Jornada de la
Prensa Cubana, estuvo su inspiración y su exhortación a que obtuviéramos
empeños superiores.
Su batalla
por la superación constante se refleja en los que hemos alcanzado la condición
de máster en Ciencias de la Comunicación Social, los que se inspiran para
obtener el doctorado y los que acuden a las diferentes vías de superación para
ser mejores profesionales.
Así, distintas
generaciones de periodistas, sin consignas ni retóricas nos comprometimos a
serles fieles con la consagración cotidiana, que es igual a decir, siempre cumpliremos
con tus ideas Moltó. Y reafirmar el concepto martiano que “ la muerte no es
verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”.
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