Los festejos de fin y principio de años en Cuba fungen como una buena oportunidad para
reforzar la cohesión familiar, que recibe amenazas con el despliegue de la
agitada modernidad.
Actualmente
en Las Tunas, el complejo proceso social ocasiona grietas en costumbres,
gestiones y procedimientos de las células básicas, que anteriormente funcionaban
con rígidos cánones, a fin de evitar desunión, violaciones de normas, decisiones,
costumbres y convicciones.
Las
constantes búsquedas de mejorías económicas, compromisos laborales, necesidades
de estudios fuera de la localidad y otras razones inciden en divisiones
temporales o definitivas, en detrimento del funcionamiento monolítico de las
familias.
Tales
realidades tienen mejorías con encuentros ocasionales o en determinadas
circunstancias como las vacaciones de verano y los festejos de diciembre y
enero, siguiendo tradiciones, posibilidades y costumbres.
De ahí que los
jolgorios de la cercana coyuntura reaniman a los tuneros a reencuentros para
compartir y divertirse. Fluyen las coordinaciones para conjugar intereses. Movimientos
desde largas distancias se facilitan con el reforzamiento de la transportación
de pasajeros por ómnibus desde la capital del país hasta las cabeceras provinciales
de la región oriental y viceversa.
Desde hace
días comenzó el acelerado proceso de búsquedas de mercancías vitales para la
ocasión, acorde con intereses y probabilidades.
Las concreciones
permiten aglutinar voluntades, recursos y compartir responsabilidades en las gestiones para facilitar
las compras. Los más precavidos tienen adelantadas las tareas.
En
concordancia con informaciones de varios organismos abastecedores sobre el
refuerzo en ofertas por estos días, teniendo en cuenta la elevación de las
demandas de reglones decisivos, mantienen en alerta a los lugareños que no han
completado lo previsto.
Las
garantías de cerdo asado, congrí, ensaladas y bebidas para las tradicionales
cenas concentran los esfuerzos, conjuntamente con el acopio de otros abastecimientos
imprescindibles para las confecciones de comidas y la ambientación en cada lugar.
Entre el
ajetreo, salen a relucir definiciones de menú, platos, decoraciones de mesas o
surtidos y distribuciones de funciones. Afloran las preferencias por vinos,
licores y dulces caseros, o partidas de dominó para amenizar las festividades.
En ocasiones
aparecen acuerdos familiares para realizar festejar rotativamente por casas
diferentes en cada uno de los tres días, a fin de moverse de sitio y aprovechar
mejor las disponibilidades conjuntas.
Las salidas
a restaurantes, centros nocturnos, plazas, parques y otros sitios de diversión
están en las opciones, incluidas las visitas a zonas con wifi para conectarse y
conversar con allegados ausentes.
Al calor del
ascenso en el ambiente festivo se impulsan acciones de engalanamiento, limpieza
e higienización de ajuares, hogares, jardines, patios y alrededores, a la par
del aseguramiento de la música y el alistamiento de espacios habitacionales para
posibles alojamientos.
En cada caso,
las particularidades están en el ruedo de las previsiones para pasarla con
alegría o atenuar dolores y limitaciones, con la fuerza de la compenetración
familiar que ofrece el momento.
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