Cuando el
2018 diga adiós con la tremenda carga de los 12 meses, los tuneros podrán mirar
eufóricos hacia los cuatro puntos cardinales, porque recibirán al Primero de Enero, con la gloria de los 60 años del Triunfo de la Revolución despertando
auroras en beneficio de todos.
Los agradecidos
de la gigantesca obra revolucionaria encabezarán el entusiasmo en los festejos
de fin y principio de años, en acogedores ambientes personales, parejas,
familias, amigos y colectivos, sin obviar las limitaciones económicas del país.
Ya fluyen los preparativos en casas, centros laborales, cooperativas, plazas,
parques y otros lares, que fungirán como adecuados escenarios para compartir y
divertirse.
En los emotivos
encuentros no siempre habrá que entonar las notas del Himno Nacional, ni gritar
a viva voz la inmortal consigna ¡Patria o Muerte!, !Venceremos!, pues bastará
con estar a tono con la decisión mayoritaria de vencer las adversidades para
materializar los sueños del socialismo próspero y sostenible, como necesario escalón
del ansiado futuro luminoso.
Aún en las
celebraciones, los más conocedores del largo y complejo trayecto desde ayer hasta
hoy, seguirán con la misión de ayudar a la difusión de la historia para
contribuir al conocimiento de las jóvenes generaciones, que no tienen vivencias
de los tiempos más difíciles.
No pueden
quedar fuera las argumentaciones sobre el porqué ahora se puede festejar con
tranquilidad y amplitud, pese a limitaciones. En los alrededores no estarán las
terribles imágenes de niños para sobrevivir o las improvisadas moradas debajo
de puentes, contrario a eso actualmente se esparcen las sonrisas y la agradable
andar sin límites de la ciudadanía.
Con
facilidad pueden mostrarse los cambios del terruño, con mayor ritmo a partir de
1976, cuando adquirió la condición de provincia
por la División Político-Administrativa del país y poco a poco hace realidad la
sentencia de Fidel de que Oriente no se dividía, sino que se convertía en cinco
potentes territorios. También asume el reto dejado por el Comandante en Jefe,
el 28 de noviembre de 1988, cuando desde la inauguración del Laminador 200T, sugirió
que si se trabajaba bien Las Tunas podría ser una especie de tacita de oro.
Algunas
comparaciones locales tendrán basamento en el renovado panorama de las escasas
fábricas mayormente artesanales, con el influyo de las robustecidas industrias de
sideromecánica, muebles, textiles, sal, energética, alimentaria, farmacéutica y
derivados de los tradicionales centrales azucareros.
Miradas,
pensamientos y comentarios chocarán con los abismales cambios en los gratuitos
servicios de Salud y la Educación, genuinos pilares de las conquistas. Podrá
ejemplificarse con los más de 90 mil estudiantes del presente curso escolar desde
la enseñanza Primera hasta la Universitaria o en el funcionamiento de unidades
de asistencia médica hasta en los más remotos parajes.
Muchos como yo tendremos
posibilidad de reflexionar sobre el asunto, pues gracia al amanecer diferente del
Primero de Enero de 1959 somos másteres o doctores en distintos saberes, sin
importar la procedencia humilde o campesina, sumado a los miles de graduados
universitarios en todos los frentes de la sociedad.
Otros
ángulos encomiables están en la seguridad social, la tranquilidad ciudadana y el progreso en la igualdad de las personas,
sin excepción. Los aprietos en la vivienda no opacarán las referencias en los
esfuerzos para mejorar las complicaciones hogareñas en campos, pueblos y ciudades, con el empleo
de varias fórmulas para garantizar la electricidad hasta en las casas aisladas.
Puede
otearse en el salto en las telecomunicaciones con la aplicación de las nuevas
tecnologías reflejan el interés por estar a tono con el desarrollo del mundo,
incluyendo la inclusión en el último grito de la internet en los teléfonos
móviles.
Hasta en los
frentes menos favorecidos aportan elementos vitales para mirar con optimismo hacia
el futuro de Las Tunas, sabiendo que para lograrlo harán falta innumerables
esfuerzos individuales y colectivos.
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