Aunque
julio y agosto son los meses más calurosos en Cuba, conservan el distingo de
ser los más íntimos para el reencuentro familiar.
Mi
caso no es la excepción, pues estamos bien. La esposa en receso docente, al
igual que el hijo menor que terminó el tercer año de Medicina, y el mayor que
cogió vacaciones en su proyecto de telecomunicación en la Universidad de
Ciencias Informáticas, en La Habana.
A
ellos uní mis vacaciones en la primera quincena de agosto, que al parecer marcha velozmente.
En
una conjugación de descanso, transcurre todo de una manera especial como
generalmente sucede en nuestro hogar.
Unos
a la computación, otros a los libros y a la televisión, por lo general en rotación para encontrar lo
más urgente o deseado.
Las visitas a centros recreativos siempre compensa, al igual que dedicarle mayor tiempo al sueño o al juego de dominó.
El
Campeonato Nacional de Futsal, que se desarrolla cerca de la casa, en la Sala
Polivalente acapara la atención, generalmente en las mañanas y las tardes,
aunque el equipo local no punteé.
Los
recorridos callejeros y las visitas postergadas suman momentos obligados y de
asueto, entre familiares o amigos.
Algunas
tareas hogareñas reservadas para la ocasión se incluyen en el tiempo libre, por
eso la vivienda agradece la pintura y otros alegros necesarios para la
conservación del inmueble y hacer más
amena la convivencia.
Recibir
visitas de familiares y amigos, siempre impacta positivamente en el ambiente,
en el cual los recuerdos o los nuevos relatos de la actualidad refrescan el
panorama.
Así
pasa el tiempo y ya empieza a surgir la añoranza por la velocidad con que se
van los días. A las puertas está el 18 cuando retornaré al Periódico, el 23
cuando el chama mayor regresará a
trabajar en La Habana.
En
los días siguientes la profesora comenzará a preparar el nuevo curso escolar en
la Universidad de Ciencias Pedagógicas y el más pequeño esperará a septiembre
para iniciar el cuarto año en Ciencias Médicas
Y
las vacaciones pasan a una velocidad increíble, cuando se aprovechan bien en
familiar y se complacen algunos deseos comunes, que en el resto del año se ven
truncos.
Aunque
en diciembre vuelve un pequeño encuentro, no es igual. Al menos en nuestro
caso.
De
todas maneras, la familia siempre está en contacto, aunque sea por teléfono con
el casi habanero, que ahora anda una semana por Holguín, en compañía de su
novia de dicha tierra.
Así
van las cosas y haremos que los días que restan de las vacaciones se aprovechen
al máximo con la tranquilidad que ofrece Cuba y el aporte de cada uno de los
miembros. ¡Vamos bien y alegres!
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