La provincia de Las Tunas puede mostrar ejemplos dignos de elogios y casos carentes de cooperación e
iniciativas para ascender en el noble propósito cubano de convertir a la
comunidad como centro de la programación de verano.
De manera, que
en cada lugar los pobladores tengan posibilidades de disfrutar de variadas
ofertas, sin necesidad de alejarse de sus hogares.
El éxito de
la mencionada concepción depende de que los factores en la base aprovechen al máximo
las potencialidades de vecinos, organismos, organizaciones, instalaciones y espacios
circundantes, con la intención de no tener que esperar por envíos desde los
niveles municipales, provinciales o nacionales.
Cuando aparecen
escasas actividades en determinados lares, generalmente obedecen a
acomodamiento, desconocimiento o minimización de las probabilidades de las
fuerzas autóctonas, que siempre están prestas para mover a los suyos hacia
manifestaciones culturales y deportivas, servicios gastronómicos u otras
propuestas del entorno que despierten intereses poblacionales.
La
integración multifactorial y la inteligencia deciden en la concreción de
atracciones, que incentiven la recreación sana a corta distancia, mínimos gastos,
menos brechas para incomodidades y numerosa participación.
Por ese rumbo,
habrá mayor empuje para propiciar el esplendor de los proyectos, con apego a idiosincrasias,
tradiciones, costumbres y perspectivas de las locaciones.
Se busca el
respeto a los gustos de los habitantes de cada comarca, incorporarles nuevas
opciones y soltar las aptitudes creativas de los moradores para impulsar sus propias
ideas, aunque a veces deban sumarles recursos
y programas foráneos para aumentar la diversión.
Si el
período estival es el más apropiado del año para descansar, divertirse e
integrarse a la familia, demanda de distintas contribuciones barriales, empezando
por los aportes de los integrantes de las casas.
Como en la temporada
la mayoría de las cuestiones influyen en el estado de ánimo de las personas para
asimilar las opciones veraniegas, no deben dejarse a la espontaneidad las prestaciones
de servicios básicos en las unidades radicadas en los radios de acción, a fin de proteger a la ciudadanía y disminuirle preocupaciones
en las habituales gestiones,
Gran batalla
compete a la evitación del despilfarro eléctrico en los distintos eslabones para
no lamentar los incómodos apagones, al igual que en el incremento del ahorro de
agua con el interés de favorecer la permanencia.
Requiere fortaleza
el combate contra la música alta en viviendas, instituciones estatales,
cooperativas o negocios particulares para que no trascienda a los exteriores,
algo parecido necesita el enfrentamiento a algarabías, acaloradas discusiones,
ruidos y otras incongruencias sociales que caldean el ambiente citadino.
Las miradas acusativas
pudieran mantener a raya a los ciudadanos, que en las zonas infelizmente
vociferan palabras ocenas, con la descabellada pretensión de intimidar, llamar
la atención, elevar la jerarquía o imponer respeto en ciertas circunstancias.
Repulsas
individuales y colectivas podrán disminuir las actitudes de irresponsables que
depositan escombros y basuras en puntos inadecuados como esquinas, patios,
solares yermos, márgenes de ríos, arroyos y cañadas, con probables daños
epidemiológicos para todos.
Con
coherencia y concreción puede tributarse hacia la amplitud de las ofertas
veraniegas y la tranquilidad ciudadana en cada comunidad, tan imprescindible en
el caluroso lapso.
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