lunes, 2 de julio de 2018

El barrio en verano


La provincia de Las Tunas puede mostrar ejemplos dignos de elogios y casos carentes de cooperación e iniciativas para ascender en el noble propósito cubano de convertir a la comunidad como centro de la programación de verano.

De manera, que en cada lugar los pobladores tengan posibilidades de disfrutar de variadas ofertas, sin necesidad de alejarse de sus hogares.
El éxito de la mencionada concepción depende de que los factores en la base aprovechen al máximo las potencialidades de vecinos, organismos, organizaciones, instalaciones y espacios circundantes, con la intención de no tener que esperar por envíos desde los niveles municipales, provinciales o nacionales.
Cuando aparecen escasas actividades en determinados lares, generalmente obedecen a acomodamiento, desconocimiento o  minimización de las probabilidades de las fuerzas autóctonas, que siempre están prestas para mover a los suyos hacia manifestaciones culturales y deportivas, servicios gastronómicos u otras propuestas del entorno que despierten intereses poblacionales. 
La integración multifactorial y la inteligencia deciden en la concreción de atracciones, que incentiven la recreación sana a corta distancia, mínimos gastos, menos brechas para incomodidades y numerosa participación.
Por ese rumbo, habrá mayor empuje para propiciar el esplendor de los proyectos, con apego a idiosincrasias, tradiciones, costumbres y perspectivas de las locaciones.
Se busca el respeto a los gustos de los habitantes de cada comarca, incorporarles nuevas opciones y soltar las aptitudes creativas de los moradores para impulsar sus propias ideas, aunque  a veces deban sumarles recursos y programas foráneos para aumentar la diversión.
Si el período estival es el más apropiado del año para descansar, divertirse e integrarse a la familia, demanda de distintas contribuciones barriales, empezando por los aportes de los integrantes de las casas.
Como en la temporada la mayoría de las cuestiones influyen en el estado de ánimo de las personas para asimilar las opciones veraniegas, no deben dejarse a la espontaneidad las prestaciones de servicios básicos en las unidades radicadas en los radios de acción, a fin de  proteger a la ciudadanía y disminuirle preocupaciones en las habituales gestiones,
Gran batalla compete a la evitación del despilfarro eléctrico en los distintos eslabones para no lamentar los incómodos apagones, al igual que en el incremento del ahorro de agua con el interés de favorecer la permanencia.
Requiere fortaleza el combate contra la música alta en viviendas, instituciones estatales, cooperativas o negocios particulares para que no trascienda a los exteriores, algo parecido necesita el enfrentamiento a algarabías, acaloradas discusiones, ruidos y otras incongruencias sociales que caldean el ambiente citadino.
Las miradas acusativas pudieran mantener a raya a los ciudadanos, que en las zonas infelizmente vociferan palabras ocenas, con la descabellada pretensión de intimidar, llamar la atención, elevar la jerarquía o imponer respeto en ciertas circunstancias.
Repulsas individuales y colectivas podrán disminuir las actitudes de irresponsables que depositan escombros y basuras en puntos inadecuados como esquinas, patios, solares yermos, márgenes de ríos, arroyos y cañadas, con probables daños epidemiológicos para todos.
Con coherencia y concreción puede tributarse hacia la amplitud de las ofertas veraniegas y la tranquilidad ciudadana en cada comunidad, tan imprescindible en el caluroso lapso.






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