Como te lo cuento, en un reciente periplo por el norteño municipio tunero de Manatí quedé gratamente impresionado por la compostura de sus habitantes. Observé que se anda al compás de un intenso quehacer como puede constatarse en cualquier lugar de Cuba.
Bueno, aprecié que la mayoría de la gente va y viene ataviada con la esperanza y con la mirada puesta en un futuro luminoso.
Los rostros denotan la sensibilidad y la sencillez de quienes desafían los retos con la decisión de atrapar un amplio espacio para el bienestar común.
Al parecer queda atrás la nostalgia por las ausencias de los pitazos y el olor a melaza del desactivado central y el nulo trasiego de mercancías por la desactivación de la unidad portuaria
Interiorice que sobre el esqueleto de la pesadumbre, se empina el deseo de ascender la zigzagueante cuesta con el ánimo de rescatar algunos escaños perdidos y estabilizar lo nuevo que toca a las puertas.
Alabé los aires de tiempos de cambio que soplan hacia todas las direcciones de la norteña comarca. Las sorpresas brotaron por doquier.
Con distingo, el ambiente renovador afloró en los fluidos y sencillos intercambios en pleno campo con trabajadores, campesinos y directivos, que con alegría mostraban las mejoras de los cañaverales, concentrados en la zona del Cerro de Caisimú, Meriño, Freitas, La Guinea, La Perla y otros puntos a la redonda.
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