Volvieron
a la mente los tiempos de mi infancia y de cuando eran pequeños mis
muchachones, en que seguía detrás de la música cubana o caribeña amplificada en
las carrozas con atractivas corografías montadas con niñas y niños, conjuntamente
con congas y comparsas.
Este
domingo mis recuerdos volaron por tramos de las céntricas avenidas 2 de
Diciembre y 30 de Noviembre, convertidas en protagonistas de la alegría de los
tuneros.
Atraía
la manera en que los niños se deleitaban con las evoluciones de congas y comparsas que eran
antecedidas por los gustados muñecones, que como un todo formaban una bonita
tradición en Cuba.
Me
sedujo la inteligente manera en que a la par del contagioso desfile brilló el
diverso expendio de productos alimentarios de tremenda demanda en la grey
infantil y juvenil. Entre ellos se distinguieron refresco, malta, caramelo,
galleta, sorbeto, helado y otras variedades. Aunque muchos permanecen en la red
comercial, pero en esta osasión se hizo una oferta especial teniendo en cuenta
la amplitud de la concurrencia humana.
Con
algunos amigos y familiares destaqué la importancia de la oferta de distintas especies de frutas de alta demanda popular en
determinados puntos de venta. Y no faltaron las exóticas manzanas y uvas a
precios exorbitantes.
Alabé
la labor de múltiples organismos y empresas estatales, conjuntamente con trabajadores por cuenta propia, en la
organización de una agradable jornada
para los niños y jóvenes, que también aprovecharon los mayores.
Exalté
la idea de contribuir al colorido del jolgorio con ventas, actividades culturales
y recreativas a la sombra de una extensa arboleda en los alrededores de la sala
polivalente Leonardo Mkenzie y el
estadio Ángel López.
Coincidí
con diversos comentarios acerca de que el Carnaval infantil calentó el ambiente
festivo de la ciudad, que atrae a multitudes de los ocho municipios de la
provincia y de otras partes de la nación.
Como
sabemos, familiares con residencias en varias partes del mundo y amigos extranjeros
aprovechan la ocasión para visitar al territorio y gozar a plenitud en las
calles, sin temor a asaltos y atracos como ocurre en otros lugares del Orbe.
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