Cualquiera
sabe que la labor de los trabajadores e la Salud tiene un alto grado de consagración,
no solo por la lucha por salvar vida, sino también por el amor con que lo hacen,
sin importar las largas jornadas ininterrumpidas,
Por estos días
de ingreso en el hospital provincial de la oriental provincia de Las Tunas Ernesto
Guevara de la Serna, estuve bien cerca de ejemplos de amor y constancia, en uno de los servicios distinguidos en Cuba.
Las doctoras
Sandra Isabel, especialista en Geriatría; Helena del Rosario, en Medicina, y
Danay Cano, residente de Medicina, constituyeron motivos de elogios para mí,
junto al resto del personal del que me atendió con esmero. Por eso, estoy agradecido.
.Hablo de mis
vivencias en las áreas por donde transité aquejado de hipertensión arterial,
desde la consulta del cuerpo de guardia, la sala de observación y la D4, sin
que muchos aún sepan profesión y centro laboral.
En medio de
las dolencias, reconfortaba la limpieza de los locales y el cuidado de la
instalación, a pesar de algunos rastros de descuido del abúndate personal que
visita a la instalación.
No dudo de
la presencia de negligencias, quizás algunas pudiera estar asociadas a las personas
insatisfechas por falta de determinada atención, aunque reconozco que esto
nunca va a ser uniforme, porque en un hospital ocurren tantas preocupaciones al
unísono de los familiares por sus enfermos, que a veces rebasan los limites del
razonamiento porque reclaman tanta urgencia, especialmente en los casos de
gravedad.
Es lógico
exigir velocidad en la atención merecida a los suyos, pero a veces no se
entienden que no son casos únicos, y el personal médico en ocasiones tiene que
andar a una velocidad tremenda.
El proceso
de restauración de la instalación favorece el mejoramiento del ambiente laboral
y la estancia de la población, aunque se impone que unos y otros no desmayen en
el cuidado para que no vuelva a caer en el alto grado de deterioro, en que estaba
hace unos años.
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