Acelerar el
Programa de Autoabastecimiento Agroalimentario Municipal constituye una
necesidad y un compromiso de los tuneros ante los nuevos horizontes diseñados
centralmente para acercarse cada vez más a las demandas internas y tributar al
desarrollo local y nacional.
Ante tal
desafío, la provincia apela a variantes decisivas para avanzar sólidamente con
esfuerzos mancomunados de varios sectores, teniendo como rector al sistema de
la Agricultura.
De antemano
se sabe la enorme envergadura de la misión, la cual demanda de superior explotación
del escaso 2 por ciento de las áreas cultivables con riego, aparejado a las búsquedas de
métodos más eficientes para aumentar el rendimiento en los malos suelos,
reducir los efectos de los incrementos de la salinidad en el terreno y el
enfrentamiento a las cíclicas sequías, que anualmente sorprenden con falta de
agua para los cultivos y mitigar la sed de los rebaños.
A esto se
une la disminución de compras en otras provincias como Ciego de Ávila, por el
crecimiento del aporte al Turismo, la exportación y la sustitución de
importación, como parte de las directrices nacionales para que cada territorio obtenga
superiores ingresos para el respectivo desarrollo y la contribución a los arcas del país.
En el empeño
de transformar el complejo panorama decide la estimulación a los productores con
acento en la eliminación de los impagos y en la estrecha vinculación de los directivos
con la base para lograr más realismo en los planes de contratación e influir en
la eliminación de la dañina práctica de sembrar lo que “más dinero reporte” y
no los necesarios para la población. A eso se agrega que muchas veces las
declaraciones de los agricultores no incluyen las desmedidas reservas con distintos
fines particulares.
Como ejemplos
de los logros pueden mencionarse el despegue en la producción de diversos
granos, aunque queda pendiente el garbanzo; al igual que en los incrementos en
la entrega de leche a la industria o fresca en establecimientos de las comunidades
para dietas de niños, ancianos y enfermos, en apego a la decisión de reducir las
importaciones.
Debe
exigírseles más a los trabajadores de los organopónicos para que salden deudas con
los consumidores por los insuficientes aportes en vegetales y condimentos frescos;
Algo parecido debe hacerse con los vinculados con los frutales, pues las áreas
existentes no garantizan un abastecimiento establece durante el año, porque
básicamente se depende de la temporada de mango, algunas fincas de guayaba,
platanitos y la fruta bomba. Las dos últimas, que pueden cosecharse en todos
los meses, tienen posibilidades para estar más presentes en los mercados.
Parece
imprescindible el aprovechamiento de la coyuntura para ampliar el cultivo de la
gran cantidad de las variedades registradas en el catálogo nacional, y que la
mayoría parecen exóticas en la zona. Pudiera retomarse el perdido ritmo de
rescate con la desaparición hace algunos años de la División Mambisa Mayor
General Vicente García González, la cual encaminaba un arduo proceso,
especialmente en los barrios con nombres de ellas, con notable ayuda de la
otrora finca de La Veguita, en las proximidades de la ciudad de Las Tunas.
La mayor
esperanza descansa en el despegue de los 31 polos vianderos, que en cohesión de
las demás formas productivas, deben aportar alimentos para unos 709 mil 707
consumidores a un promedio de 30 libras mensualmente por persona, balanceadas
en 15 de viandas, 10 de hortalizas, dos de granos y tres de frutas. Aún se anda
lejos, pues en el pasado año la per cápita registró el 56 por ciento, al
calcularse una venda promedio en las redes de 16,9 libras.
Aunque se
trabaja, requiere agilidad el restablecimiento de las infraestruras de la
Empresa de Acopio, por el vital papel en la recolección y distribución. La
labor decide en las mejorías en cadena contratación, comercialización y
distribución para que los renglones lleguen con regularidad a los mercados y no
se desvíen de destino o se pierdan en picos de cosecha, como tomate y mango.
Celeridad requiere
el encadenamiento productivo entre el sistema de la Agricultura y la Industria
Alimentaria, porque los productos en conserva aumentan los resultados
económicos, el aprovechamiento de los renglones y reducen las pérdidas en
cosechas.
Ante la gran
tarea, parece aconsejable el restablecimiento de las áreas de autoconsumo en los
organismos, pues muchos podrían garantizar parte de las necesidades de sus
respectivos colectivos, y disminuir las solicitudes de las asignaciones del
encargo social.
La incorporación
a la estrategia de cinco kilogramos de carne mensuales por habitante abre
mejores perspectivas y conmina a multiplicar los esfuerzos en las crianzas de vacunos,
cerdos, ovino-caprinos, conejos y aves.
La sostenibilidad
alimentaria en cada territorio constituye una cuestión de seguridad nacional, y
por tanto no admite descanso. La cohesión de los factores decisivos propiciará
los ansiados ascensos para hacer más viables las condiciones de vida de los
tuneros y ayudará a consolidar el desarrollo socioeconómico local y nacional.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario