Me siento bien hablándote de una de las tradiciones más lindas y contagiosas en Cuba, el segundo domingo de mayo, declarado Día de las Madres.
Soy de los hijos con permanente atención a la madre querida, pero en similar fecha de todos los años, me esmero para contribuir a que la pase bien.
Creo no robarte tiempo, diciéndote que los cinco hermanos tenemos esa meta, sin detenernos a sacar cuentas de quien debe aportar más, pues cada uno contribuye según sus posibilidades económicas de cada momento.
En nosotros es natural reunirnos en la casa de la vieja, que ya anda por los 87 años, para elaborar meriendas, comidas y amenizar con música y bebidas, preferentemente ron o cerveza.
En tal ambiente no pueden faltar los dulces en cualquiera de las manifestaciones, aunque el KaKe es el preferido, en compañía de refresco o helado.
Te ratifico que de todo eso hay en mi encuentro familiar, en el cual no puedo estar todo el día, pues debe regresar al mediodía para terminar la jornada con mi esposa, que en la mañana la pasa con su progenitora, que visité el sábado por la tarde, porque vive a cierta distancia de mi hogar.
Comprenderás que hace falta concordia familiar para que todo salga bien, pues incluso se estila el intercambio con vecinos.
Bueno, es frecuente que con bastante antelación a la fecha, como en mi caso, se coordinan las acciones y se reparten las tareas para garantizar el variado suministro.
Siempre la felicidad sonríe en similar fecha, pues la madre es el ser más preciado en la vida, para muchas personas, incluyéndome a mí.
Como yo, generalmente se estila la extensión de felicitación a cualquier madre que encontremos al paso en este hermoso día de celebraciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario