De las más
de 10 veces, que estuve en las coberturas con Fidel en Las Tunas, y en otras
tantas en actos nacionales por el 26 en varias provincias hermanas, hay una que
conservo de manera especial porque marcó el inicio de la formación de mi
familia.
Se trata de
la visita del 21 de enero de 1978, que al día siguiente de la inauguración de
la terminal de azúcar a granel de Puerto Carúpano, en Puerto Padre, el Comandante
en Jefe prosiguió la estancia en Las Tunas.
Después de
recorrer las instalaciones del central azucarero Antonio Guiteras, en Puerto
Padre, se trasladó a la ciudad de Las Tunas con periplo por la escuela
formadora de maestros primarios Pepito Tey, el círculo infantil Amiguitos del
Minint, la escultura Las Fuente de Las Antillas y la construcción de la Zona Industrial.
Terminó la visita en el Cerro de Caisimú, en el norteño municipio de Manatí.
En el centro
educacional intercambió criterios con directivos y trabajadores del plantel, y
entre las personas presentes estaba la joven maestra Sonia Peña Valdés,
actualmente máster de la Universidad de Las Tunas, quien me impresionó
gratamente.
Posteriormente
vendría la facilitación de fotos para la escuela sobre el encuentro con el Máximo
Líder. Así se estrecharon las relaciones
personales, que devinieron amor, que trasciende hasta hoy.
Las impresiones iníciales y las fotos
condujeron a reiterados encuentros, cada vez más efusivos y comprometedores,
que forjaron unas bonitas relaciones, eternizadas en el tiempo.
Seguidamente
vendrían el noviazgo, el matrimonio y la formación de un hogar con belleza y
esmero, que cada vez se consolida con el desarrollo de dos muchachones
hermosos, inteligentes y seguidores de las enseñanzas familiares: Rainer y
Reinier. El primero ingeniero informático, formado en la UCI creada por Fidel,
y el segundo en la segunda quincena de este mes comenzará el sexto año de
Medicina.
Indudablemente,
hay una conexión entre Fidel y mi familia, pues de allí partió una de las cosas
más hermosas de mi vida, y por extensión de mi familia.,
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