Aunque
formalmente en la primera quincena de agosto estoy de vacaciones, en la
práctica no es totalmente así.
En la mañana
de la primera jornada, tuvo que asistir al periódico a puntualizar varias tareas
a quienes suplen mi puesto por 15 días.
Tanto
editorial como organizativa y administrativamente estuvieron las precisiones
sobre la mesa de trabajo, con el interés que no ocurran anormalidades.
Como siempre
hay confianza total en la reserva de cuadro, que reiteradamente ha mostrado
fidelidad y responsabilidad en el desempeño de las tareas.
Otro tiempo
he dedicado al chequeo y seguimiento a lo que divulga en la página web
institucional y en las redes sociales.
Esa práctica
cotidiana es muy difícil que se pueda apartar por 15 días, y por eso desde la segunda
redacción, en la casa, he tenido presencia mañanera en Twitter y FB, con
materiales del acontecer en Las Tunas.
El primer
material de la web personal del actual mes, lo elaboré en la primera jornada de
descanso, lo cual reafirma que el descanso es relativo, pues el periodista nunca
se va de vacaciones, por la permanente necesidad de comunicar o trasmitir
mensajes a lectores o internautas.
Lo ocurrido
en la primera jornada no es anormal en
mí, pues no puede estar ausente del palpitar informativo local, nacional e
internacional.
Aunque deje
de la mano a mi sustituto para que afiance la preparación en la responsabilidad
de mi cargo, cuando haya que trasmitirle o sugerirle cualquier cuestión estaré
al tanto y presto para eso.
De antemano
hay confianza en el relevo, por lo que no constituye una preocupación que no me
deje descansar.
La clave
está en que el periodismo nunca coge vacaciones, y quienes lo llevamos en la
sangre, siempre estamos al tanto de lo que ocurre, aunque estemos en un juego
de dominó, la playa, la piscina o cualquier otra manifestación recreativa.
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