Las
opiniones a favor y en contra del cambio de horario, este 8 de marzo, en Cuba,
figuran entre los fundamentales comentarios, que matizan la opinión pública en
Las Tunas, actualmente.
Mis
criterios figuran en el acápite del grupo de ciudadanos que considera que
deberá incrementarse el esfuerzo diariamente para levantarse temprano,
garantizar los quehaceres hogareños y otras tareas, antes de partir para el
trabajo y estar a tiempo en él.
Muchos
sabemos de antemano, que nos someteremos al inicio del andar cotidiano con
ambiente oscuro, aunque será agradable disfrutar de las bellezas del Alba.
En
contra de lo dicho anteriormente están los que poseen menores obligaciones
laborales y familiares, lo cual les permite levantarse a cualquier hora,
incluyendo la dormidera hasta bien entrada la mañana.
Mayoritariamente
coincidimos en que el horario de verano, a restablecerse desde la madrugada del
domingo 8 de marzo, nos posibilitará mayor aprovechamiento de la luz solar,
porque la oscuridad aparecerá, después de las 8 de la noche.
Casi
todos comprendemos que económicamente nos servirá para gastar menos electricidad
en la preparación de alimentos y otros menesteres de la cotidianidad, antes de
la llegada del llamado Pico Eléctrico.
Estas
opiniones con sus segmentos poblacionales afines, se intensificaron desde que
se anunció oficialmente la medida, y seguramente se mantendrá por algunos días.
Todos
nos preparamos sin traumatismo para asumir los retos del cambio, con el
aprovechamiento de lo mejor del mismo.
En el
mundo, muchos países se acogen a la mencionada medida, y cada vez que ocurre la
población se aclimata en breve tiempo.
La
experiencia en Cuba se comprende mejor, porque la mayoría de la población posee
servicio eléctrico, y por tanto tiene que ajustarse a un consumo sin
despilfarro.
La
jornada dominical, generalmente de descanso para la inmensidad de los pobladores,
por lo que la jornada del 8 de marzo funcionará como adaptación perfecta para
comenzar el lunes, con menores tropiezos.
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