Muchos cubanos
consideramos a abril como una etapa de buena coincidencia para que la Mayor de
Las Antillas le frustre los planes a Estados Unidos.
Esa historia que se creo Estados Unidos de parecer
predestinado para imponer su política de dominación de los pueblos, Cuba se ha
encargado de hacérsela añico y obligarlo a morder el polvo de la derrota.
En 1961, a penas había triunfado la Revolución, la
prepotencia llevó a los yanquis a invadir la Isla por Playa Girón. Con tremenda
diferencia armamentista, se impusieron los cubanos con la significativa primera
gran derrota militar de los Estados Unidos en América Latina.
A 54 años de aquellos históricos hechos, vuelven los
hijos de la Patria de Martí y Fidel a asestarle un duro golpe al imperio, al tener
que aceptar que el país excluido por EE:UU: con el parapeto de la OEA se haya
visto obligado a permitir la presencia en la VII Cumbre de Las Américas (10-11)
a fuerza de moral y principio de justeza y la solidaridad de los pueblos de la
región.
Sin concepción, Cuba se impone y ayuda a desmoralizar al
imperio con el desenmascaramiento de los mercenarios y apátridas, que a querido
imponer en el foro de la Sociedad Civil, paralelo a la Cumbre, para intentar disminuir la presencia cubana
con polémicas y rivalidades, incluso con provocaciones callejeras.
En esencia, se ha derrumbado el parapeto yanqui, que por
una parte intenta demostrar flexibilización en las relaciones diplomáticas con
Cuba y por el otro sigue con su obsoleta política de más de medio siglo que
pretende derrocar a la Revolución con imposiciones o cualquier vía que
confunda.
En Panamá, la voz de Cuba ha brillado como siempre y
todas las intentonas han quedado en el basurero. América Latina y el Caribe en
pleno siguen demostrando la solidez de la región en marcha hacia un futuro
mejor para los pueblos con mayor unidad e integración, a pesar de las
diferencias políticas, pero a base de respecto mutuo.
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