Con
la celebración en Las Tunas de las actividades centrales por la XIII Jornada
Cubana contra la Homofobia y la Transfobia, la población se mostró como el ir y
venir de las olas.
Lo
estimo así, porque los afines se
sintieron estimulados, los comprometidos con hacer cumplir la política del
Estado, lo aseguraron todo incluyen la participación; otros se acercaron a los
escenarios para evaluar las cosas y los opuestos siguieron expresando insultos
por considerar que se hace demasiada promoción.
Realmente
se cumplió la variada y amplia programación con las ciudades de Las Tunas y
Puerto Padre, como sedes, y entre desfiles, discursos, conferencias,
intercambios y actividades culturales, en diversos escenarios, ayudaron a abrir
puertas para que el asunto se vaya viendo cada vez más normal a nivel de
sociedad. En eso tuvo mucha influencia la presencia de la doctora Mariela
Castro Espín, jefa del programa nacional sobre la sexualidad.
Como
todo en la vida, unos andan más veloces en la asimilación o aceptación de los
cambios y a otros se cuesta más tiempo o nunca los asumen.
No
se trata de que existan segmentos poblacionales impulsores de la igualdad de
género y otros la consideren como una degradación social.
Como
es un asunto de tantos tabúes, no se puede esperar que todo el pueblo acepte de
buenas ganas las manifestaciones públicas de amores entre individuos del mismo
sexo.
De
algún tiempo a la fecha, van creciendo los grupos de ciudadanos cubanos involucrados
públicamente o a favor de la igualdad, pero otros siguen opuestos. Es un asunto
que durará años para que se nivelen los criterios sobre el creciente fenómeno
social. .
A
los oponentes no se puede pedir que cambian sus puntos de vista de la noche a
la mañana, pues necesitan de largas reflexiones e intercambios más argumentados
sobre variaciones de las costumbre de
ver las parejas de hombres y mujeres; aunque comprenden que siempre en el país
solapadamente han existido prácticas sexuales entre individuos del mismo sexo.
Quienes
se oponen no sienten desprecio por las personas afines, sino que no ven con
buenos ojos las manifestaciones amorosas en público o la creciente divulgación
por los medios de difusión y otras vías.
No
estamos ante un asunto de vida o muerte, sino de un fenómeno real que se va
imponiendo como otras prácticas normales del desarrollo.de la sociedad.
A ciencia cierta, ahora los tuneros estamos
más preparados sobre el asunto, aunque siguen las lógicas rivalidades entre los
criterios, sin que conspiren contra la lucha común porque la sociedad avance
hacia estadios superiores en bien de todos. .
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