Como
cubano fiel al proceso revolucionario interpreto que cada paso en el restablecimiento
de las relaciones con Estados Unidos tiene vital importancia para ambas
naciones, especialmente para nosotros.
La
reapertura, en la mañana de este lunes, de la embajada de Cuba en Washington
amplia la senda del largo camino a recorrer, con la espera de que breve ocurra
similar acto en La Habana.
La
magia de la Televisión, los múltiples reportes y las declaraciones de la
Cancillería Cubana confirman que sucedió algo especial, aunque se sabía
trascendencia de antemano.
Termina
la primera parte del proceso, ahora empieza el complejo bregar hacia el normal restablecimiento
de las relaciones bilaterales, que tiene el mayor escollo en la eliminación del
obsoleto e injusto bloqueo de la Administración Norteamericana contra la Mayor
de Las Antillas, que dura más de 50 años, y que requiere de la suspensión de
más de 25 leyes que lo sustenta.
Se
une a las complicadas exigencias antillanas la devolución de la ilegal base
naval en Guantánamo y el cese de la subversión externa e interna para
dificultar el fortalecimiento de la Revolución cubana.
Aunque
Obama puede ahondar en la radicalización del proceso, en el dividido Consejo se
decide la jugada maestra para favorecer las necesarias transformaciones que
demanda el exclusivo ensañamiento de los Estados Unidos contra nuestro país, en
caso exclusivo contra nuestra nación, pues no lo practica ni contra países que
le han propinado derrotas armamentistas como Viet Nam.
Con
lo ocurrido hoy en Washington y no simultáneamente en La Habana, nuevamente
Cuba da primero en demostración de su firmeza de principios y soberanía.
A
cada paso la dignidad de la Isla confirma su firmeza que la ha conllevado a la
búsqueda norteamericana para escucharnos en igualdad de condiciones y sin
imposiciones.
Sabemos
del duro camino que nos espera, pero estamos dispuestos transitar libremente
sin enmiendas ni retroceso en el autóctono rumbo socialista, que hemos elegido
democráticamente con la mayoría de la población a favor.
Ahí
vamos ascendiendo, paso a paso, sin prisa, pero sin pausa.
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