Frente a las
actuales complejidades económicas del país deben ser superiores las acciones
mancomunadas de organismos, organizaciones y la población para contrarrestar manifestaciones
de corrupción, ilegalidades e indisciplinas sociales, en beneficio de la seguridad
y la tranquilidad ciudadanas de los tuneros.
Aunque el
orden público ha sido una premisa de la Revolución cubana, la complicada
coyuntura de la economía, agravada por limitaciones financieras y el
recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, no admite vacilación
en el enfrentamiento a cualquier hecho que intente alterar la convivencia
humana en los distintos escenarios de la provincia.
Por eso, no
hay que esperar por la presencia de las autoridades competentes para que el
pueblo les troche el paso a individuos que quieran lucrar con los bienes
estatales o desordenen actividades públicas.
No deben
quedar impunes los casos que se detecten de desvíos de recursos, ni tráfico de influencia, especialmente en
giros relacionados con alimentación, aseo y el resto del grupo de bienes
considerados de primera necesidad, que encabezan los desestabilizados en los
mercados. En esta cuestión administradores y vendedores de las unidades deciden
en el expendio con determinadas regulaciones para que las ofertas de mercancías
alcancen para la mayor cantidad de personas posibles, y con eso disminuir alborotos
y frenar maltratos en las colas por acaparadores que solo les interesa adquirir
productos para enriquecerse ilegalmente con la “bolsa negra”.
Los ojos avizores
deber tener superior incidencias en las tablillas con precios enmascarados y
pesajes inferiores a lo previsto en puestos de privados, porque ocultan mecanismos contrarios a los bolsillos
de los compradores.
En el
combate por mejoras en las satisfacciones populares, en Las Tunas requiere fortalecimiento la
atención a la clientela en unidades estatales, cooperativas y particulares, a
fin de disminuir motivos para malestares en la población. Parecida compostura
demandan los servicios de salud, farmacias, transportación de pasajeros,
comercio y gastronomía, talleres, oficinas de trámites y en el resto de los
lugares encargados de atender a la población.
Otro asunto que
reclama más rigor en compete al trabajo para contrarrestar el robo en
establecimientos y hogares, con énfasis en el hurto y el sacrificio de ganado
mayor por la enorme repercusión.
La ofensiva
contra anomalías abarca a los maltratos de la propiedad social, violaciones de
la higiene comunal, desordenes en lugares públicos, música estridente en
centros, viviendas, bixitasis y coches; despilfarro de agua potable, luminarias
encendidas por el día, circulación nocturna de vehículos sin luces y la
conducción en estado de embriaguez o a exceso de velocidad,
Entre los
aspectos necesitados de acciones más enérgicas para evitar males mayores
figuran la rehabilitación, mantenimiento y construcción de obras; animales
sueltos en distintos escenarios, deambulantes sin protección de sus familiares,
juegos prohibidos en comunidades, ordenamiento territorial y urbanístico, altos
ruidos en los barrios, vertimiento de
desechos sólidos en sitios inapropiados, palabras obscenas en alta voz y
tránsito de personas sin camisa por lugares públicos.
Mientras
mayor sea el saneamiento de actividades indeseadas, habrá más posibilidades
para que la ciudadanía resuelva sus habituales gestiones con menores niveles de
incomodidad, aprieto y desespero. Así, serán mejores las condiciones para
trabajar y vivir, sin detener ni retroceder en los programas de desarrollo integral
y de bienestar común.
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