Como es conocido por todos, Septiembre toma posesión. Con el mandato deja atrás a las vacaciones masivas. Sus normativas dinamizan el completamiento de los colectivos laborales y captan la atención de profesionales y técnicos de nueva incorporación al trabajo.
En Cuba marca una diferencia laboral y por eso, tal parece que sin vestigios de vanidad, el noveno mes asume los retos del inicio de la recta final del año. En medio del ajetreo, reparte campanazos como llamado a un mayor esfuerzo común. Y entre la multiplicidad de quehaceres, carga las manos al curso escolar 2011-2012.
Coincidas o no, Da la impresión de que otorga misiones especiales a los primeros cuatro días en busca de redondear el listo para el emplazamiento al quinto, en el cual se reabrirán las puertas de las escuelas para recibir a decenas de miles de estudiantes.
Bueno, al hilo con las prioridades en el proceso preparatorio, resalta el concilio entre instituciones, trabajadores de la Educación, colaboradores y familiares, que llevan en hombros el peso del alistamiento para acoger al alumnado, que a ritmo de juventud y de niñez volverá a los planteles con el estímulo de la doctrina del saber.
Desde la postrimería de la decisiva preparación se vaticinan los calurosos intercambios el lunes, que cuando suban a la cima de las emociones, Septiembre enarbolará la bandera de la complacencia en los actos de bienvenida y en los trazos de las rutas del período académico.
Te digo más, al calor de los instantes de la apertura, acompañará a la alegría la amplificación de agradecimientos para quienes incidieron en el éxito en centros educativos, hogares y otros sitios emblemáticos.
Como es tradición, a tono con la magnitud de la arrancada docente, nuevamente retumbarán las campanadas de advertencia a los choferes para que contribuyan en la protección del estudiantado, que diariamente retomará las vías urbanas y rurales con las motivaciones a cuestas.
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