Sobre los hombros
de tuneros agradecidos se enarboló el patriotismo y se llevó en brazos el homenaje
a Fidel con la pretensión de ayudar a elevarlo a la inmortalidad, en este viernes
de honores al paso de la caravana con sus cenizas hacia el cementerio Santa
Ifigenia de Santiago de Cuba.
Con humildad
y sin distingo, la gente se aferraba al amor y a la lealtad para ayudar a
situar al Comandante en Jefe en el sitial de los grandes del mundo.
Todo eso y más
aconteció en la mañana de este viernes, cuando la mayor multitud en Las Tunas no
obedeció a las rayos del Sol para permanecer algunas horas en los laterales de la
carretera Central.
Las
lágrimas, el nerviosismo y otras señales de dolor aparecían con frecuencia,
pero encima de las condolencias se colocaba la firmeza para seguir el camino cuesta
arriba como lo inculcó el Líder Histórico de la Revolución cubana, que ahora
pasaba en una urna de cedro cubierta con cristales y una bandera cubana.
El
simbolismo y las reverencias acuñaban el enorme homenaje al inspirador de pueblo, que tenía constantes reflejos en apesadumbrada muchedumbre de personas, que hacía hasta lo imposible para guardar
recuerdos visuales del enlutado momento.
La edad no
fue óbice en el homenaje. Tampoco la distancia recorrida y el horario de espera
de la caravana. Todos querían guardar sus vivencias.
Luego del
paso del cortejo fúnebre, la gente retornó cabizbaja, pensativa y dueña de la lealtad a las
ideas del Máximo Líder.
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