Cuba mantiene una campaña permanente contra los accidentes del tránsito con la
finalidad de disminuir las elevadas pérdidas de vidas humanas y recursos
materiales, pero en la etapa de verano refuerzan las medidas preventivas ante el
incremento de personas en las vías por las vacaciones masivas de trabajadores y
estudiantes.
En Las Tunas
la ingestión de bebidas alcohólicas constituye una de las principales causas de
la alta accidentabilidad, pese a las numerosas acciones preventivas.
La temporada
veraniega suscita el fortalecimiento del combate contra los incumplidores con
lo dispuesto en el Código de Seguridad Vial, debido a que reiteradamente se detectan
casos de implicados en el territorio.
Quienes
actúan con tamaña irresponsabilidad hacen caso omiso a los constantes reclamos
de distintos factores de la sociedad para detener el negativo fenómeno. Las
previsiones están encabezadas por las alertas de la Policía y los organismos
responsabilizados con los medios de transportes, pero no basta con eso.
Es esencial el
incremento del repudio de individuos, parejas, familias y grupos poblacionales,
que conocen las violaciones de los choferes que los llevan o regresan de los
escenarios de recreo.
Lamentablemente
existen pasajeros que facilitan el consumo de bebidas de conductores en el transcurso de sus funciones,
lo cual los convierte en cómplices de los infractores de lo dispuesto en la Ley
y de los probables desenlaces fatales.
No faltan los
que aprueban la justificación de choferes que promueven la falsa concepción de
que son mejores en el timón cuando consumen bebidas alcohólicas.
Ante tantos
desastres viales, la ciudadanía debiera tener mayor percepción del peligro y
ser más enérgica en el enfrentamiento a tales indisciplinas.
Si fuera
superior la cohesión masiva contra los que conducen pasados de tragos,
aumentaría la compresión de que el alcohol altera el sistema nervioso de las
personas, y por tanto, los conductores no quedan en plena capacidad para
mantener el férreo control de los vehículos y realizar correctamente las
maniobras ante cualquier anormalidad que ocurran en la vías.
Generalmente,
en los respectivos destinos deben ejecutarse cuantiosas esquivas para evitar violentos
impactos por imprudencias de choferes, peatones, ciclistas, cocheros,
tractoristas y demás usuarios de carreteras, calles y terraplenes.
Los
transportistas saben que sus apetitos bebibles no deben zacearlos cuando andan manejando; y que están en la obligación
de protegerse junto con las tripulaciones. Los incumplidores de tal encargo
social conocen que incurren en faltas graves, con posibles sanciones severas.
Pese la
reiterada divulgación sobre el asunto, no es ocioso puntualizar sobre lo imprescindible de que todos contribuyamos al mayor
entendimiento de que el timón y el alcohol no compaginan, especialmente en este
convulso verano cuando nadie quiere limitaciones en sus proyectos para divertirse.
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