Con patriotismo y cultura, como caracteriza a los tuneros y a los cubanos todos, estaremos al tanto de los pormenores de la visita apostólica del Sumo Pontífice de la Iglesia Católica y Jefe del Estado de la Ciudad del Vaticano a Cuba, del 26 al 28 de marzo.
El Gobierno y el pueblo de la Mayor de Las Antillas, en unidad y admiración acostumbradas, se esfuerzan para que la estancia del Papa sea un acontecimiento memorable para la nación, tanto para creyentes como no creyentes.
Por eso, se han preparado las plazas de la Revolución Antonio Maceo y José Martí, de Santiago de Cuba y La Habana, respectivamente, donde se acogerán los participantes en las dos misas que oficiará el Santo Pontífice.
En esa unidad monolítica, que ha sido bandera en el proceso revolucionario, estriba la proyección para garantizar una feliz permanencia. No se permitirán acciones de maleantes que quieran ensombrecer la tranquilidad, en correspondencia con pretensiones de enemigos de Cuba en Estados Unidos.
El Estado ha laborado coherentemente con el señor Nuncio Apostólico, con la Santa Sede y la Iglesia Católica en Cuba a fin de que no existan obstáculos durante la estancia, que comenzará con la llegada de Benedicto XVI a Santiago, este lunes, procedente de México.
El Papa, número 265 de la historia, es el segundo que visitará a Cuba, pues anteriormente había estado Juan Pablo II, en enero de 1998, ambos en el contexto del proceso revolucionario l
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