Los
aguaceros de finales de septiembre y principios de octubre han incidido en
innumerables criterios de tuneros sobre el cese de los efectos de la intensasequía.
Quienes
piensan así tienen una imagen distorsionada de la situación, pues las presas de la provincia de Las Tunas han asimilado escasa cantidad de agua, y solo acumulan alrededor del 25 por
ciento de llenado. Esto significa que si en lo que resta de mes no hay una
buena presencia de aguaceros, nos las veremos negra a finales y principios de
años.
Actualmente
se le distribuye el agua en pipas a más de 400 comunidades con miles de
pobladores.
Los
bajos rendimientos de las cosechas siguen vigentes, conjuntamente con las diversas
alternativas para garantizarles el líquido a miles de cabezas de ganado vacuno.
No
ha cesado la construcción de pozos criollos y artesianos, cisternas y
reservorios de agua para aliviar la situación tanto para humanos como para la
extensa red de servicios que la necesitan.
El
manto friático se ha recuperado poco, porque los aguaceros casi no calan hacia
las profundidades de la tierra y también provocan limitadas crecidas de ríos,
cañadas y arroyos hacia los embalses.
No
obstante, las lluvias facilitan el desarrollo de la campaña de siembra de
alimentos de la temporada de frío, tanto para los humanos como para los
animales, aunque se registran altos volúmenes de tierra sin preparar que
limitan las masivas plantaciones.
También
contribuyen a acelerar los planes de reforestación de árboles maderables y
frutales, en vista a incrementar el área boscosa de la provincia, la inferior
de los territorios de Cuba.
Igualmente
tienen su influencia en la flora y la fauna, tan dañadas por las cíclicas sequías
en esta zona, una de las más desfavorecidas del país por las escasas
precipitaciones.
Otros
ángulos favorecidos son los pastos para la alimentación de los animales, los jardines
y las áreas verdes, que en sentido general poseen una agradable presencia.
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