La
ciudadanía fue a expresarle honor, pues de antemano sabía que no brotará físicamente
del fondo del mar, que lo inmortalizó cuando lo desapareció en aquella
turbulenta tarde de 1959 cuando regresa en un avión de Camagüey a La Habana.
Por
calles, carreteras y terraplenes transitaron los tuneros hacia el encuentro con
la historia en las aguas, que simbólicamente retienen la imagen y los recuerdos
de uno de los mejores hijos de la Patria.
Muchas
sonrisas de niños, jóvenes y mayores de los ocho municipios de Las Tunas se
descubrieron frente a cada espejo acuífero, que llevaba y traía a las flores
depositadas para que se encontraran con los recuerdos del hombre de espesa
barba, y que al propio tiempo parecían la extensión de una de las
características del querido Comandante del sombrero alón.
En
ningún gesto se percibió tristeza, porque se anduvo con la convicción de
encontrarse en silencio con el entrañable héroe, que desde la guerra hasta el
triunfo de la Revolución conquistó una inmensa admiración de la mayoría del
pueblo cubano que lo distinguió como un combatiente sencillo, ejemplar y fiel, al
líder histórico, Fidel Castro.
Así
transcurrió este miércoles memorable, insertado en la memoria del pueblo y que
se proyectó hacia lo infinito como una genuina tradición, convertida en
patrimonio de los cubanos de buena fe.
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