Desde
mi posición de ateo, considero que el Papa Francisco, en su visita pastoral a Cuba, del
19 al 22 de septiembre, nos dejó numerosos mensajeros, que coinciden plenamente
con principios fundamentales del Estado cubano en busca de constantes mejorías
para el pueblo.
Sus
reflexiones encaminadas a soñar y esforzarse para conquistar el mundo mejor que
es posible encaja perfectamente con la insistencia de Fidel para detener los adversos
cambios climáticos, las guerras, el irrespeto a la naturaleza y otras nefastas
razones, protagonizadas por los países capitalistas más desarrollados, y que
sin moral exigen a los países débiles a que cumplan lo que ellos hacen oídos
sordos.
La reiterada
proclamación del Sumo Pontífice para que suspenda el obsoleto bloqueo de
Estados Unidos contra Cuba y a favor del restablecimiento de las relaciones normales entre ambos pueblos
coincide con la lucha de los cubanos desde hace más de medio siglo.
Sus
mensajes claros y revolucionarios fortalecen las batallas de los cubanos,
encabezadas por Fidel y Raúl.
Muestras
fehacientes de su singular proceder con acento latinoamericano a favor de los
pobres del planeta, estuvieron en los saludos personales a limitados físicos,
enfermos, ancianos, jóvenes y niños, mujeres y hombres, que su amplio
peregrinar por La Habana, Holguín y Santiago de Cuba, con presencia de representaciones
de todas las provincias del país en misas, instituciones religiosas, el Consejo de
Estado, recorridos por calles y otros escenarios, aceptaron las prédicas para contribuir a la integración familiar y social,
en bien de los propios individuos y de la construcción de la nueva sociedad.
Católicos,
otros creyentes y ateos, con sus diferencias en las interpretaciones de las creencias,
se exhortan por igual a intensificar el amor por los demás, la cooperación y a
mantener la paz.
La
manera de pronunciarse Su Santidad nos interesa a todos, porque conminan a esfuerzos
individuales y colectivos en contra del egoísmo, el mal, la envidia y, en
general, lo que conspire contra la igual de oportunidades y el deseo de construir
una nación con prosperidad y sostenibilidad.
Los
religiosos con sus mandatos bíblicos, pero en unidad con los ateos, porque el
bienestar que se desea es común, sin distingo de credos, género y demás
clasificaciones sociales.
Todo
queda claro, pues desde la posición de cada cual, se necesita del esfuerzo
común para avanzar con solidez como reiteran las diversas instituciones del
Estado cubano con el Partido Comunista como rector de la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario