martes, 22 de septiembre de 2015

Abrazo a mensajes del Papa Francisco

Desde mi posición de ateo, considero que el Papa Francisco, en su visita pastoral a Cuba, del 19 al 22 de septiembre, nos dejó numerosos mensajeros, que coinciden plenamente con principios fundamentales del Estado cubano en busca de constantes mejorías para el pueblo.

Sus reflexiones encaminadas a soñar y esforzarse para conquistar el mundo mejor que es posible encaja perfectamente con la insistencia de Fidel para detener los adversos cambios climáticos, las guerras, el irrespeto a la naturaleza y otras nefastas razones, protagonizadas por los países capitalistas más desarrollados, y que sin moral exigen a los países débiles a que cumplan lo que ellos hacen oídos sordos.
La reiterada proclamación del Sumo Pontífice para que suspenda el obsoleto bloqueo de Estados Unidos contra Cuba y a favor del restablecimiento de  las relaciones normales entre ambos pueblos coincide con la lucha de los cubanos desde hace más de medio siglo.
Sus mensajes claros y revolucionarios fortalecen las batallas de los cubanos, encabezadas por Fidel y Raúl.
Muestras fehacientes de su singular proceder con acento latinoamericano a favor de los pobres del planeta, estuvieron en los saludos personales a limitados físicos, enfermos, ancianos, jóvenes y niños, mujeres y hombres, que su amplio peregrinar por La Habana, Holguín y Santiago de Cuba, con presencia de representaciones de todas las provincias del país en misas,  instituciones religiosas, el Consejo de Estado, recorridos por calles y otros escenarios, aceptaron las prédicas  para contribuir a la integración familiar y social, en bien de los propios individuos y de la construcción de la nueva sociedad.
Católicos, otros creyentes y ateos, con sus diferencias en las interpretaciones de las creencias, se exhortan por igual a intensificar el amor por los demás, la cooperación y a mantener la paz.
La manera de pronunciarse Su Santidad nos interesa a todos, porque conminan a esfuerzos individuales y colectivos en contra del egoísmo, el mal, la envidia y, en general, lo que conspire contra la igual de oportunidades y el deseo de construir una nación con prosperidad y sostenibilidad.
Los religiosos con sus mandatos bíblicos, pero en unidad con los ateos, porque el bienestar que se desea es común, sin distingo de credos, género y demás clasificaciones sociales.
Todo queda claro, pues desde la posición de cada cual, se necesita del esfuerzo común para avanzar con solidez como reiteran las diversas instituciones del Estado cubano con el Partido Comunista como rector de la sociedad.

   

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