Como te cuento, que bien me sentí mientras escuchaba por la televisión y después repasaba en la prensa, el discurso del canciller de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, pronunciado el sábado, en la XX Cumbre Iberoamericana, en Mar del Plata, Argentina, pues mi esposa y yo estamos incluidos en los 989 mil 913 cubanos graduados en las universidades de 1959 a la fecha.
Te digo más, mi compañera figura en el enorme pelotón de mujeres que conforma el 65,7 por ciento de fuerza técnica calificada en el país.
Pudiera ser prolongada la narración, pero la sintetizo con decirte que el estudio de la elevada cifra de egresados ha sido costeado por el Estado de la Revolución de Cuba.
Agrego que en ambas cantidades existen elevadas cuentas de personas categorizadas como doctores y másteres en diversas especialidades, los cuales se integran a la preparación del capital humano que con tanta pasión enfatiza el líder cubano Fidel Castro Ruz.
Te conmino a creer que entre las razones del sorprendente resultado figura la virtud del Gobierno de crear sedes universitarias en las 14 provincias del país y en el caso de la oriental de Las Tunas posee cuatro: Ciencias Médicas, Pedagógico, Cultura Física y de carreras técnicas y económicas.
No sospeches que hablo con orgullo banal, por el contrario todo brota de lo hondo por ser resultado de la consagración estudiantil y en la etapa posgraduada, en ambos períodos al calor de las posibilidades brindadas por el proceso revolucionario.
Tal vez coincida conmigo en que estamos ante uno de los grandes privilegios de los cubanos, y su preparación tiene una relación directa con la atención a los 27 mil 391 universatarios de 126 países, que actualmente estudian en la Mayor de Las Antillas.
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