Quizás no me equivoque cuando trae de atraerte, diciéndote que en Cuba y particularmente en la oriental provincia de Las Tunas, las celebraciones por el fin y el principio de años se convierten en pretextos para encuentros familiares.
Como te lo cuento, en estos días la alegría ronda por doquier. Casi siempre gira alrededor del cerdo asado, preferentemente dándole vuelta en una púa sobre una hoguera de leña o carbón, y en su defecto en horno o cazuela.
Óyeme, junto al proceso de cocción se armoniza una algarabía, que regularmente deriva en bailes, cantos, chistes o juegos de mesa.
Sí, después del plato esencial se completan las guarniciones a base de congrí oriental (arroz con frijoles, preferentemente negros), yuca con mojito o casabe y variadas ensaladas.
Quien te dice que si no existen dichos componentes, se acude a la confección de otros platos parecidos.
Bueno, el jolgorio se ameniza con cerveza, vino, sidra, aguardiente, ron u otra variedad de licor, de acuerdo a los gustos personales o familiares. Por lo general se combinan.
Mira, el horario de disfrute no tiene definición anticipada. Cada núcleo humano decide sus reglas, y sobre esa base se proyecta y ejecuta el fiestón que se puede prologar por días.
Puedo agregarte que no es rareza que sorteen los días de giras por los hogares, de acuerdo a tradiciones y a posibilidades.
Oh, entérate a veces amigos y vecinos se unen por afinidad a las fiestas de determinadas familias, y la pasan tan bien como si estuvieran en lazos sanguíneos.
Por si lo dudas, cuando las cosas no suceden de las mencionadas maneras, se acude a los centros recreativos públicos o se solicitan cenas a restaurantes.
Discúlpame por el recuento, pero tengo que puntualizarte que pocas veces se resumen los gastos. El placer obvia los asombros por el empleo de recursos, casi siempre ahorrados para la celebración en grande de una de las tradiciones más largas y alegres de los cubanos.
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