Cualquiera
en su andar dominical recuerda algún pasaje o frase que involucre al
pensamiento de Fidel, como demostración de su permanente vivencia en el
quehacer de los cubanos, a pesar de que hoy se cumple el segundo año de su
desaparición física.
En Las Tunas
no amaneció enlutado. El Alba brotó reluciente como avizorando un día radiante
para homenajear a la figura del máximo líder de los cubanos dignos, a quien no
sentimos muerto.
La vital
presencia cabalga hacia todas partes de la provincia, como en el resto de Cuba, y se detiene
allí donde hace falta un empujón para avanzar en una obra o remarcar una idea
para ser mejores ciudadanos.
La imagen viviente
no solo está en los más de 20 lugares visitados por él en la geografía tunera, sino
en todas las direcciones de un territorio que ha visto el despegue integral, y el bienestar social gracias a la Revolución guiada por él.
Poco a poco
el territorio avanza sólidamente como queriendo hacer realidad su petición en
la inauguración del Laminador 200-T, que el día 28 hará 30 años, cuando convocó
a las masas a trabajar duro para convertir a Las Tunas en un especie de tacita
de oro.
Su visión le
decía que esta región podía dejar atrás el subdesarrollo con esfuerzos mancomunados
y estratégicos hacia todos los sentidos de la vida, como ha ocurrido.
Hoy, no se
llora su muerte, sino se atrapa el legado para que perduren por siempre.
Por estos
días, cada acto, velada, encuentro, intercambio o trabajo voluntario fomenta el
escenario de amor y patriotismo por el invito Comandante. Lo acuña la
consciente frase popular: ¡Por siempre Fidel!
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