Sin importar
la distancia ni los medios de transporte, miles
de tuneros agradecidos por la gigantesca obra de Fidel figuran entre las
multitudes de ciudadanos nacionales extranjeros, que diariamente acuden a
rendirle merecido homenaje ante la piedra monolito que atesora sus cenizas
en el cementerio matrimonial Santa Ifigenia de Santiago de Cuba, depositadas el 4 de diciembre del 2016 cuando
concluyó el trayecto memorable de la caravana transportadora desde La Habana.
En colectivo,
familia, pareja o individual constituyen fórmulas factibles para concurrir al
glorioso sitio a depositar flores y ofrecer distintas reverencias al líder histórico, que no desmayó
en la lucha por el bienestar del pueblo cubano y el aporte a la solidaridad internacional
con ayudas desinteresadas a los países más necesitados en todos los continentes.
No pocos han asistido en más de una ocasión, utilizando las reiteradas visitas
que programan los múltiples sectores de la sociedad o planificaciones
personales.
Generalmente,
después de las honras al eterno Comandante en Jefe, las extienden a los otros tres
puntos emblemáticos de la entrada al camposanto: Mausoleo a José Martí y la
reubicación de los sitiales para Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria,
y Mariana Grajales, proclamada Madre de la Patria.
Con
frecuencia los representantes del Balcón de Oriente se incluyen en el numeroso
público, que detienen la marcha para contemplar silenciosamente el metódico cambio
de guardia en los cuatro puntos mencionados.
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