Pese a esfuerzos, existen insensibles
El empeño del Estado en la
implementación de legislaciones y disposiciones para garantizar equidad,
igualdad y atención a la ciudadanía, con la finalidad de que la vida transcurra
con menores agobios, lo empañan manifestaciones de individuos insensibles que
no se conduelen con los problemas de los demás.
En Las Tunas ocurren frecuentemente innumerables
gestos que lindan con maltratos a las personas en el andar cotidiano, quienes
en ocasiones reclaman sus derechos o denuncian las violaciones ante diferentes
entidades, encargadas de asegurar el bienestar común para alcanzar la sociedad
próspera y sostenible a que aspira la mayoría de los cubanos.
Nadie quiere ser víctima de faltas de sensibilidad, pero llama la atención que a veces las provocan funcionarios y trabajadores designados en organismos para la atención al público, con comportamientos indeseables.
Pese a la insistencia sobre la preferencia que tienen las personas discapacitadas, enfermas o de la tercera edad, se detectan lugares donde los concurrentes no lo tienen en cuenta, y pasan inadvertidos esos seres humanos que no deben esperar largo tiempo para resolver los asuntos.
Hay casos lastimosos como la carencia de ayuda a limitados físicos para cruzar calles, entrar a establecimientos, ayudarlos a precisar precios de mercancías o cooperar en el acomodo de compras.
Cuántas ofensas se suscitan cuando jóvenes o hombres robustos rebuscan maneras de acomodarse en asientos o no mirar a muchachas embarazadas, mujeres, minusválidos o ancianos, que requieren cooperación en ómnibus, consultas médicas, oficinas de trámites, terminales de ómnibus y otros sitios de gran concurrencia.
Hechos de irrespeto suceden cuando venden mercancías sin el gramaje indicado, demoran en dar vueltos de dinero con la pretensión de que los clientes los dejen o cuando expenden productos sin hacer las rebajas precisas por pérdidas de calidad.
El peloteo, una de las vertientes del nefasto asunto, funge como mala práctica en oficinas de atención a ciudadanos y otros lugares, donde se promueven malestares por dilaciones de procesos con las consabidas reiteradas citaciones sin soluciones definitivas a los problemas.
De moda están los cuestionamientos a inconmovibles choferes y funcionarios que transitan en vehículos estatales con capacidad para auxiliar a pobladores que esperan en paradas de ómnibus u otros puntos, y no contribuyen a aliviar la complicada situación.
Aunque a veces se exige enérgicamente por hechos carentes de buena atención, no pocas expresiones quedan en anonimatos o en ámbitos de familias, amigos, vecinos y colectivos, como si no fuera necesario un contundente enfrentamiento a la ausencia de solidaridad con la intención de modificar incongruentes conductas.
Ahora que el país transita por una etapa de enormes complejidades económicas, que pueden influir en determinadas limitaciones en el habitual bienestar social, esto debiera tenerse más en cuenta por funcionarios y la ciudadanía en general con el interés de ayudar a evitar irritaciones en la convivencia social.
Como nunca antes hace falta comprender que todos necesitamos de los demás en las diferentes circunstancias, y por eso debiera generalizarse un consejo que reiteran personas con nobles sentimientos: "Haga bien y no mires a quien".
¡Tuneros, no desaprovechemos oportunidades para extender las manos con amabilidad, aunque inmediatamente no se reciba el agradecimiento de los socorridos!
Nadie quiere ser víctima de faltas de sensibilidad, pero llama la atención que a veces las provocan funcionarios y trabajadores designados en organismos para la atención al público, con comportamientos indeseables.
Pese a la insistencia sobre la preferencia que tienen las personas discapacitadas, enfermas o de la tercera edad, se detectan lugares donde los concurrentes no lo tienen en cuenta, y pasan inadvertidos esos seres humanos que no deben esperar largo tiempo para resolver los asuntos.
Hay casos lastimosos como la carencia de ayuda a limitados físicos para cruzar calles, entrar a establecimientos, ayudarlos a precisar precios de mercancías o cooperar en el acomodo de compras.
Cuántas ofensas se suscitan cuando jóvenes o hombres robustos rebuscan maneras de acomodarse en asientos o no mirar a muchachas embarazadas, mujeres, minusválidos o ancianos, que requieren cooperación en ómnibus, consultas médicas, oficinas de trámites, terminales de ómnibus y otros sitios de gran concurrencia.
Hechos de irrespeto suceden cuando venden mercancías sin el gramaje indicado, demoran en dar vueltos de dinero con la pretensión de que los clientes los dejen o cuando expenden productos sin hacer las rebajas precisas por pérdidas de calidad.
El peloteo, una de las vertientes del nefasto asunto, funge como mala práctica en oficinas de atención a ciudadanos y otros lugares, donde se promueven malestares por dilaciones de procesos con las consabidas reiteradas citaciones sin soluciones definitivas a los problemas.
De moda están los cuestionamientos a inconmovibles choferes y funcionarios que transitan en vehículos estatales con capacidad para auxiliar a pobladores que esperan en paradas de ómnibus u otros puntos, y no contribuyen a aliviar la complicada situación.
Aunque a veces se exige enérgicamente por hechos carentes de buena atención, no pocas expresiones quedan en anonimatos o en ámbitos de familias, amigos, vecinos y colectivos, como si no fuera necesario un contundente enfrentamiento a la ausencia de solidaridad con la intención de modificar incongruentes conductas.
Ahora que el país transita por una etapa de enormes complejidades económicas, que pueden influir en determinadas limitaciones en el habitual bienestar social, esto debiera tenerse más en cuenta por funcionarios y la ciudadanía en general con el interés de ayudar a evitar irritaciones en la convivencia social.
Como nunca antes hace falta comprender que todos necesitamos de los demás en las diferentes circunstancias, y por eso debiera generalizarse un consejo que reiteran personas con nobles sentimientos: "Haga bien y no mires a quien".
¡Tuneros, no desaprovechemos oportunidades para extender las manos con amabilidad, aunque inmediatamente no se reciba el agradecimiento de los socorridos!
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