Aunque por
primera vez Fidel no está físicamente cuando se rememora por todo el país el
paso de la Caravana de la Libertad, entre el 2 y el 8 de enero como en 1959
cuando él la encabezó, su legado permanece invicto.
Pioneros,
jóvenes, protagonistas de aquella travesía victoriosa de los barbudos y el
resto de los segmentos del pueblo vuelven a manifestar alegría por la
significación del acontecimiento.
Con partida
el día 2 desde Santiago de Cuba y entrada a La Habana, el 8, remarca las
esencias de nuestra obra común. Entre aquellos tiempos y hoy, la diferencia del
panorama general está en las transformaciones introducidas por la obra
revolucionaria para dignificar a los cubanos y contribuir a que vivan
mejor.
Desde Cañada
Honda, poblado limítrofe entre en el municipio de Majibacoa y Calixto García,
en Holguín, hasta el puente sobre el río Jobabo, en la división con Camagüey, los
tuneros dijeron presentes.
En zonas
urbanas y rurales del territorio se pudo captar el fervor revolucionario al
paso de la entusiasta tropa, como demostración de continuidad de la historia.
El centro de
la ciudad de Las Tunas fue la mayor expresión de firmeza y confirmación de que
lucharemos para no detener la marcha hacia el futuro luminoso de la Patria.
Cada
expresión inyecta fuerza e ideas para enriquecer las sendas del socialismo que
hemos decidido construir con el aporte de todos los agradecidos.
La vuelta a
nuestros orígenes se proyecta por la senda emprendida y da fe de los caminos imprescindibles
para que no mueran el ideal y la obra de Fidel, que es igual a decir, que
perdure la Revolución con todos sus beneficios individuales y colectivos.
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