Aunque vayas
muchas veces al Mausoleo a José Martí, en el cementerio Santa Ifigenia de
Santiago de Cuba, no se reducen la simbología del entorno ni el compromiso patriótico
de rendirle permanente tributo.
Ahora, con
la cercanía del monolito de piedra que guardia las cenizas de Fidel, se
incrementa la significación de la visita al lugar.
Después que
había depositado las flores que llevaba delante sitio dedicado al Líder
Histórico de la Revolución Cubana, me encaminé siguiendo la tradición hacia al
punto especial para Martí, con el corazón cargado de ideas para mantener la
fidelidad a la inmensa obra del Apóstol.
Tranquilo y
silencioso recorrí el sitio sagrado. Junto a la guía repasaba la significación
de cada detalle del emblemático lugar, que celosamente guarda el amor del
Maestro por Cuba y América.
En las
proximidades, me detuve junto a la multitud de visitantes nacionales y
extranjeros a observar el cambio de la guardia de honor a Martí y Fidel, que
con marcialidad lo hacía en paralelo.
Luego
ascendí por los escalones del Mausoleo hasta los espacios habilitados para los
visitantes. Me situé cerca de la imponente escultura de mármol blanco de frente
a la salida del Sol, que pareciera como si el Gran Luchador estuviera pensando
en las proyecciones presentes y futuras para consolidar la independencia de
América, en general, y de Cuba, en particular. Allí fui sorprendido por el
lente de la cámara de la colega y hermana, Aliuska Barrios Leyva, que andaba en
el mismo grupo de viaje, conformado por cuadros del Partido, los medios de
prensa y presidentes de la Upec de las provincias de Las Tunas, Granma y
Holguín.
Volví a
impresionarme cuando detuve la mirada sobre las rosas blancas delante de la
urna que guarda los restos, cubierta por la Bandera Cubana, que diariamente
permanecen como centinelas en el emblemático espacio.
Desde la
mencionada posición, atisbé la parte superior de la cúpula por donde la guía había
dicho que en momentos de cada día penetran los rayos solares como para iluminar
el interior del Monumento, que se conserva en buenas condiciones.
Entre tantos
detalles, envueltos en el patriotismo de Martí, mentalmente repasaba que la
posición de su imagen escultórica, las flores, la Bandera y otros atributos del
lugar hacen perenne homenaje a su petición en encendidos versos, que los
cubanos guardamos celosamente como tesoros de lealtad a la Patria agradecida.
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