Como traído
por la magia o los incesantes ruegos de personas, el color verde va cambiando
el semblante de muchos lugares de provincia de Las Tunas, en los cuales se
sustituye el fantasma impuesto por la prolongada sequía.
En las
favorecidas demarcaciones, las plantaciones reflejan follajes relucientes y
determinadas variedades florecen o aceleran la maduración de los frutos por la
llegada paulatina de los esperados aguaceros, aunque todavía no son suficientes
para alimentar los cauces de ríos, arroyos y cañadas, ni aumentar el
almacenamiento en las presas y el manto freático.
Junto a las
hojas, el resto de las partes de las plantas recobra energías para impulsar el
desarrollo, en correspondencia con las características de cada especie.
En tal
entorno, la agradable tonalidad de las ramas se plasma en los rostros
rejuvenecidos de arboledas, cultivos varios, jardines, potreros y césped.
Los animales
herbívoros parecen ansiosos en la persecución de las bondades de los tiernos pastos,
aunque a algunos les proporcionen diarreas.
Allí, las
aves de corral no se detienen en el andar presuroso por los alrededores en el
picoteo de las nuevas hojas o la búsqueda de bichitos. Mientras, las silvestres
aumentan el alboroto con cantos o sonidos peculiares a la par del revoloteo en árboles
y arbustos.
En esos escenarios,
los propietarios se distraen con los caprichos de vacunos, equinos,
ovino-caprinos y aves de corral, que desandan a su antojo en la captura de las
mejores ofertas de las reverdecidas áreas o van a beber en charcos de agua.
Reaparecen
los cortadores de hierbas frescas para llevarlas a las corraletas con conejos,
vacunos, caballos y otras especies.
Simultáneamente
se agiliza el ajetreo de agropecuarios y cañeros en el aprovechamiento de la
humedad para preparar tierra, buscar semillas, incrementar siembras y recoger
cosechas.
Algunas
zonas empiezan a sentir la acción de hombres y mujeres en la limpieza de cultivos,
que comienzan a enyerbarse. Mientras, otros manipulan variados instrumentos para
no dejar que las ramas sobresalgan de los niveles permisibles en áreas verdes,
laterales de carreteras, terraplenes, vías férreas, cercas perimetrales,
plazas, patios y jardines.
Al transitar
por diversas direcciones se atisba mejoramientos medio-ambientales, aunque se disfruta con
mayor plenitud cuando se atraviesa la campiña, que tiene más posibilidades de
reflejar la amplitud del agradecimiento de la flora y la fauna por la bendición
de la Naturaleza.
En
contraposición con la alegría reinante en los territorios favorecidos por la
lluvia, desde los sitios menos regados por las precipitaciones llegan lamentos de
los lugareños, porque siguen aumentando los impactos negativos de la intensa
seca.
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