lunes, 27 de febrero de 2017

Mi orgullo por Rainer

Este 27 de febrero, hace 29 años que nació Rainer Segura Peña, mi primer hijo que me presentó a las puertas de las inmensas responsabilidades de padre, que nunca terminan.
De allá a acá, no ha llovido tanto como se dice en buen cubano, pero siempre me ha mantenido en vilo por el seguimiento al desarrollo de su personalidad y actitud ante los diferentes procesos de la vida, junto a su madre Sonia Peña Valdés que ha sido inspiración y guía principal.
Con él aprendí a atener a un bebé en la amplitud de la palabra, desde los pañales, la alimentación, el desarrollo corporal, la asistencia médica, el círculo infantil y el resto de las obligaciones.

Luego vendrían los desvelos en la atención a los distintos niveles educacionales, destacando la preocupación por las notas, la disciplina, la participación en las demás tareas escolares y travesuras, que en ocasiones se extendían al hogar y el barrio, incluso me hicieron llevarlo al hospital con golpes o rasguños.
Tuvo la dicha de creer y formarse en una familia unida en la misma casa, sin obviar los comunes desajusten o circunstancias que se presentan en los matrimonios, que muchas veces los salvan la comprensión, las flexibilidades y las tradiciones familiares.
Me llena de orgullo, como al resto de la familia, que este muchachón transitó con sobresalientes índices académicos por las diferentes enseñanzas, hasta graduase como ingeniero con notas excelentes en la Universidad de Ciencias Informáticas en La Habana, en julio del 2011.
Su vida estudiantil y laboral ha transitado bajo los signos de las exigencias familiares, la consagración, la responsabilidad, el humanismo y la solidaridad.
Su brillante trayectoria sirve de acicate al hermano menor Reinier, que estudia tenazmente para graduarse en julio en la Universidad de Ciencias Médicas de Las Tunas.
También sus ideas están en la hermana Ramona, aunque el matrimonio y el hijo, no le han dejado terminar la carrera de Derecho.
A partir de Rainer soy una persona más humana y con mayor comprensión del rol de padre, sin dejar de comprobar día a día que los hijos se parecen más a su tiempo que a los progenitores.

A las puertas de mis 68 años, que cumpliré el 14 de marzo, celebro la fecha de hoy con mucho amor, tremendo orgullo, felicitaciones para Ranier y gran admiración por la familia, que en conjunto, inspira a luchar por ser mejor, seguir viviendo honradamente y continuar aportando a la obra común promovida por la Revolución de Cuba para el disfrute pleno de los cubanos.

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